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Foto del escritorG.G Melies

Vivir ahí.

Actualizado: 17 jun 2020

Aprendieron. Esos hombres sabios habían aplicado todo lo aprendido desde tiempo inmemoriales… y mucho de lo nuevo. Se prepararon durante décadas implicando en el tema a un par de generaciones… y unas venideras. Trazaron líneas y repitieron cálculos en papel y pizarrón, con tinta, grafito y tiza. También en algunas viejas y lentas computadoras. Miraron hacia arriba y luego hacia abajo, hacia el tablero de dibujo y luego de vuelta hacia arriba. Soñaron, discutieron, pelearon y otra vez soñaron. Volvieron a discutir. Era tangible para algunos pocos y locura para la mayoría. Para los pocos, todos los demás no sabían de metas, y para los muchos… los locos son simplemente locos. Luego algo convenció a los cuerdos sobre dar apoyo a los proyectos de los locos. ¿Fue un contagio masivo del sueño, o fue por la remota posibilidad que los locos del otro bando tengan razón y lo logren? En definitiva, en todo el planeta ganaron los delirantes que pretendían vivir ahí. No se le puede decir a un demente que eso no puede hacerse. Psicología inversa. Así se descubrió América y se escaló el Everest, por esa psicoloquía.

Los hombres… (ya todos locos, y sí… en esa época más machos que hembras) enviaron durante décadas máquinas automáticas. Explotaron, volaron, volvieron, llegaron, se apagaron, se estrellaron, se perdieron; y algunas no. Esas algunas midieron, tomaron muestras, recorrieron y volvieron a medir.

Luego de eso volvieron a medir y tomaron muestras para después recorrer. Aprendieron… los locos, todos. ¡Tangible, tolerable, posible! Gritaron eufóricos. ¿Qué hay allí? Preguntaron los cuerdos. Recursos, agua, vida desconocida… ¡tantas cosas! Se involucraron aún más. ¡Es necesario! Los locos se agruparon en una gran organización y esa a su vez en distintos departamentos y cada uno de ellos con sus empresas satélites. Cientos de miles imparables buscaron un sitio para trabajar, trajeron máquinas, expertos y construyeron lo que nunca había sido construido. Prepararon gente, se entrenaron, lograron desviar y destinar recursos económicos siderales, adquirieron químicos inconcebibles para la empresa, descubrieron materiales, formas y modos, extrajeron de todo de todo tipo de minas, declararon lo que es estratégico proveniente de otros países pobres, quemaron combustible, diseñaron grandes cosas que enseguida dejaron de servir, perdieron vidas. Repitieron todo otra vez. Y otra vez. Y otra vez…

¿Vivir ahí? ¿Qué se necesita para vivir ahí? Se dijeron entre ellos. Necesitaremos llevar oxígeno, comida, algo de agua hasta que la encontremos… ¡Ah!, y una máquina para hacerla potable, ya que no puede tomarse. Ni la de ahí ni la que sale de nosotros. Energía, necesitaremos energía, mucha energía. Ahí hace frío, como en los polos nuestros donde no vive nadie… ¡peor! ¡mucho peor! Así que como no podremos salir llevaremos oxígeno, agua, y cultivaremos nuestra comida. Llevaremos vida de la Tierra, nuestras plantas para alimentarnos. Las modificaremos para resistir ese clima y enriqueceremos el suelo aportando nutrientes. Debemos hacerlo debido a que la Tierra se muere y pronto los cultivos no resistirán nuestro clima y suelo contaminado. Aprenderemos a terraformar un planeta, por las dudas que algo le pase a nuestro planeta… por eso de no entender bien los procesos químicos y mecánicos de cómo des–terraformamos de manera imparable. Debemos con urgencia poner algunos huevos en otra canasta. Es un pensamiento natural como especie… El de entrenar nuestros cuerpos para resistir el daño que nos haga esa gravedad.

Crearemos un arca. Sí… un arca con el ADN de todas las especies de la Tierra. La llevaremos ahí y la enterraremos profundo, bien profundo, lejos de la radiación, donde todos esos seres vivos latentes estén seguros. Con el tiempo los volveremos a la vida. Cuando ahí se caliente y existan mares los navegaremos y para lograrlo rápido sembraremos bacterias, musgos, líquenes. Crearemos una atmósfera respirable para por fin poder sacarnos el casco y respirar fuera de nuestros hábitats en cuevas profundas, donde la radiación no nos mate. Debemos apresurarnos. Podría sucedernos lo de los dinosaurios, eso que venga muy lejos volando por el cielo y explote en kilotones, una gran hambruna como en África, o una guerra en cualquier momento… contra los del otro bando, que por supuesto… también van ahí.

Seguiremos destinando recursos. Nadie nos detendrá. Talaremos, excavaremos, prenderemos las chimeneas de nuestras industrias y guerrearemos por recursos estratégicos para llegar antes que nadie. Nuestras miradas están alzadas observando lo que lograremos. ¿Por qué? ¡Porque podemos! ¡Haremos todo… para vivir ahí!


G.G. Melies

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